Seguramente muchos conocen esas palabras. Quizá, algunos menos, sabrán quien las escribió y a quien se le atribuyen. Las escribió el apóstol Juan relatando una pequeña parte del discurso de Jesús hacia sus seguidores. Fueron dichas en un contexto determinado y, por lo tanto, en un sentido e interpretación determinada.
Sin embargo, durante mucho tiempo, no he podido evitar pensar en ellas sacándolas de su contexto y llegar a un pensamiento que ha sido, desde entonces, casi obsesivo: "Si la verdad nos hace libres, ¿la mentira nos esclaviza?"
Parafraseando a la misma fuente de la que parte este pensamiento: si alguno no ha mentido alguna vez en su vida, que tire la primera piedra. Y por supuesto, la inversa: ¿a quien no le han mentido alguna vez? ¿quien no ha sentido alguna vez esa sensación amarga de haber sido engañado? Creo que todos sabemos en que consiste una mentira en sus múltiples formas y manifestaciones, pero no se trata aquí de hacer una taxonomía exhaustiva de la mentira y el engaño. A modo de ejemplo vamos a comentar algunos ejemplos más adelante, pero por ahora, vamos a definirla. La RAE la define, en su primera acepción, como "Expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se piensa o se siente."
Una expresión no tiene por que ser oral o escrita solamente, un gesto, una postura corporal, por ejemplo, también son expresiones, y por tanto también se puede mentir con ellas. El caso típico es el que se da en determinados deportes, donde una determinada postura corporal es determinante para engañar al adversario (un regate en el futbol o el disparo de un penalti, donde tanto el que dispara como el portero tratan de engañar al adversario), o cuando un animal salvaje caza, tanto este como el que puede ser cazado se enzarzan en un baile de mentiras/engaños para obtener sus objetivos (uno comer y, el otro, salvar la vida). Incluso se puede mentir simplemente no expresando totalmente la verdad o simplemente, no manifestando nada. La mentira (embuste, bola, bulo, calumnia, falacia, difamación) y su hermano siamés, el engaño (la hipocresía, fingir, simular) tienen por tanto muchas formas de manifestarse.
Como vemos, no solo los seres humanos mentimos y engañamos. De hecho podemos considerar que la mentira y el engaño son síntomas inequívocos de inteligencia. Hace falta al menos un mínimo de creatividad para 'planear' una mentira y algo más para ponerla en 'ejecución' para que sea efectiva. Sin un buen plan y una una buena ejecución, la probabilidad de un buen resultado que espera el sujeto que la ejecuta, disminuye. Y está claro que del nivel de inteligencia dependerá lo complejo del plan y su realización.
Y aunque la inteligencia es algo que se aprecia en nuestra sociedad, sin embargo, la mentira y el engaño están condenados por los cánones éticos, morales y religiosos... ¿o no?. Bueno, depende, no tiene la misma consideración aquella mentira de -"Estoy bien, gracias" cuando realmente no lo estamos (una mentirijilla, decimos) que acusar por ejemplo de asesinato a alguien a sabiendas de que es mentira (calumnia). Muchos filósofos han tratado el tema: Platón, Aristóteles, San Agustín, Tomás de Aquino, Kant...
Desde esta página se puede tirar del hilo: https://es.wikipedia.org/wiki/Mentira
Pero en general parece que se aceptan las mentiras socialmente dependiendo de cual sea el objetivo último del engaño. De esta manera, un regate en un partido de futbol será elogiado y premiado mientras que falsificar los libros de cuentas de una empresa será reprobado y condenado. El caso es que mirado objetivamente, son el mismo hecho, al menos en esencia: mentir/engañar.
Vamos volviendo a la idea principal.... Existe muchas formas de mentir y engañar, pero no es la forma si no el objetivo de la mentira lo que la sociedad va a juzgar. Y en base a estos objetivos las mentiras se podría clasificar en diferentes categorías. Todos hemos oído hablar de las mentiras piadosas vs. mentiras oficiosas. Hay mentiras que se hacen con el objetivo (en principio) de hacer bien a alguien: -"¡Todo va a salir bien!" cuando se acerca un tsunami, para tranquilizar a las personas al límite del colapso; otras simplemente no hacen daño a nadie pero beneficia a quien la hace: -"Estoy bien, gracias", cuando acaba de perder a un ser querido, porque se quita de encima tener que dar más explicaciones que no le apetece dar. Y por supuesto las que perjudican a alguien, generalmente en beneficio del que miente/engaña.
Lo que yo veo claro, desde que pienso en ello, es que hay algo común a todas ellas, independiente de la forma, los actores, los objetivos y la complejidad. Todas las mentiras pretenden hacer que una persona o un grupo actúe de una manera determinada, que se actúe de una forma diferente a si estuvieran en posesión de la verdad al completo. Es decir, conocer la verdad tiene como consecuencia tomar una determinada decisión, mientras que ser conocedor de una mentira te hace tomar otra decisión distinta (si se planeó y ejecutó de forma que supere la capacidad de el o los que son victimas de la mentira o estos no tienen forma alguna de conocer la verdad), y esta decisión generalmente será la que el mentiroso ha planeado que van a decidir tomar sus victimas.
La mentira hace que tus opciones de decidir cambien respecto a conocer la verdad. ¿Sería pues arriesgado decir que la mentira "obliga" a las personas que han sido mentidas/engañadas a tomar decisiones en contra de su voluntad? Un poco más allá... ¿No nos obligan cuando nos mienten a hacer cosas que no haríamos de saber la verdad? y, con una visión más amplia, obligarme a hacer algo que no quiero... ¿no es una forma de esclavitud?
Uno puede pensar que hay muchas cosas a las que estamos obligados y tenemos que hacer, y no por eso somos esclavos. Yo podría no querer pagar impuestos, a lo que estoy obligado, pero realmente yo puedo decidir, en última instancia, no pagarlos y asumir las consecuencias. En cualquier caso conozco el motivo de los impuestos, su utilidad y lo que de alguna manera representan. Pero en la mentira no tengo opciones (si le sale bien la jugada al mentiroso) porque creo estar actuando en plena libertad cuando es todo lo contrario, desconociendo totalmente hasta el momento de descubrir la verdad, de los objetivos y motivaciones de la mentira. Soy una mera marioneta de la voluntad de otro.
Es simple. Si uno es franco consigo mismo tiene que reconocer que esto es así. Cuando he mentido a alguien de la forma y con la intención que sea, ha sido con toda la intención para hiciera, pensara o se sintiera como yo he decidido que debe hacer, pensar o sentir. Es arrebatarle la libertad, al menos de una parte o faceta de su vida.
Por tanto si, estoy convencido. En mi opinión la verdad me hace libre y la mentira me esclaviza. Contar la verdad da libertad a la gente y mentir escalviza a la gente.